Lo más visible que tenemos es la piel, por eso cualquier enfermedad cutánea es particularmente insidiosa, ya que altera la forma en que nos relacionamos con los demás y la percepción sobre nosotros mismos. De ahí el impacto social y psicológico que generan algunas patologías dermatológicas, como es el caso de la psoriasis. Pero ésta no sólo está asociada con trastornos psicológicos sino también con mayor riesgo de otros problemas que van desde la insuficiencia renal, a patologías cardiovasculares o hígado graso. Sobre éstas y otras cuestiones se debatió en el 3 er Congreso de Psoriasis organizado por la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) y celebrado el pasado fin de semana en Madrid.
“La psoriasis se considera una enfermedad sistémica debido a que lleva asociada en sí misma un aumento de determinadas comorbilidades con respecto a la población general, como la artritis, hígado graso no alcohólico, aumento de riesgo cardiovascular, síndrome metabólico (obesidad, diabetes, hipertensión, dislipemia), alteraciones psiquiátricas, etc. Aunque existen muchos estudios que han calculado la incidencia y prevalencia de las comorbilidades en psoriasis, las cifras varían de unos a otros”, señaló Pablo de la Cueva, moderador de uno de los bloques de este congreso ‘Manejo práctico de las comorbilidades asociadas a psoriasis’.
“Sólo aquellas enfermedades que, de forma consistente, se ha observado una prevalencia mayor en los pacientes con psoriasis se pueden considerar como comorbilidad de la misma”, explicó el doctor De la Cueva’.
De uno de estos problemas, el mayor riesgo cardiovascular, habló Mar Llamas, quien enumeró algunos de los estudios que muestran esta relación. “La idea que se tiene es que hay locus genéticos implicados en la probabilidad de tener psoriasis y de tener enfermedad cardiovascular. Todas las enfermedades que producen un ambiente proinflamatorio promueven la formación de placa de ateroma. Además, luego hay que tener en cuenta que muchos de estos pacientes, debido al deterioro de su imagen corporal, llevan hábitos menos saludables. Todo esto se traduce en un mayor riesgo de diabetes y un peor control de ésta, obesidad, hipertensión y, en definitiva, un mayor riesgo de mortalidad”.
El papel del dermatólogo, además de diagnosticar y tratar la psoriasis, es detectar a tiempo estos otros problemas. “Existen guías nacionales y europeas de despistaje de comorbilidades. En la consulta, debemos de estar atentos a ciertos signos y síntomas y seguir un control de la tensión arterial, valoración de perfiles lipídicos, etc. Para detectar estos problemas y, al mismo tiempo, poder hacer recomendaciones de hábitos saludables como hacer deporte, llevar una dieta sana, no fumar o limitar el consumo de alcohol. Recomendaciones que son generales para la población en general, pero que en este grupo de pacientes cobran especial importancia”, concluyó la doctora Llamas.
Sobre el vínculo que hay entre psoriasis y trastornos ansiosos y depresivos, la doctora Marta García Bustinduy expuso el perfil psicológico del paciente con psoriasis.
“Las cifras que se manejan son numerosas, aunque en general muestran que en torno a un 40% de los pacientes tiene ansiedad y un 60%, depresión. Pero muchas de estas cifras corresponden a estudios realizados antes de la incorporación de los fármacos biológicos, que han logrado un mejor control de la enfermedad y, por tanto, una mejoría en la calidad de vida”, explicó.
Según argumentó esta especialista, los dermatólogos se han convertido en el médico de cabecera de estos pacientes. “El buen control va unido a una mejora global. Debemos estar atentos a la aparición de signos de ansiedad porque, si no se soluciona, el cuerpo va perdiendo su capacidad para adaptarse y esto conduce a la depresión. Por otro lado, también debemos preguntar a nuestros pacientes si han tenido ideas suicidas o no, porque algunos estudios muestran que hasta un 37% de las personas con depresión pueden tener ideas suicidas”, concluyó.
Uno de los trabajos presentados en este congreso, ‘Estudio de calidad de vida y trastornos ansiosos y depresivos en pacientes con psoriasis’, en el que ha participado José Manuel Fernández Armenteros, ha tratado de “averiguar el impacto de estos problemas en las personas con psoriasis y sus familiares y cómo de alterada está su calidad de vida”.
“Lo que observamos en este trabajo realizado en 70 personas (28 con psoriasis, 14 familiares y 28 controles) es que las más afectadas por problemas ansioso-depresivos son las personas con psoriasis, pero sus familiares también lo están. Lo mismo se observó en la escala de alteración de la calidad de vida. Según el trabajo, un 25% de las personas con psoriasis tenían un deterioro significativo en su calidad de vida que también estaba deteriorada en un 14% de los familiares”, señaló el doctor Fernández Armenteros.
La base de este mayor número de problemas de ansiedad y depresión no se conoce bien, “se piensa que es un círculo vicioso”.
“La psoriasis es una enfermedad inflamatoria y se sabe que las personas con enfermedad psiquiátrica tienen un nivel inflamatorio mayor que la población en general. No se sabe qué va primero. Pero este vínculo se confirma en otras dermatosis, la piel y la psique están muy relacionadas”, argumentó este dermatólogo.
Fernández Armenteros también ha participado en otro trabajo, también presentado en este Congreso, que evalúa la relación entre la dieta y los problemas cardiovasculares en las personas con psoriasis. “Queríamos ver si las personas con psoriasis comen peor que la población en general. Y lo que comprobamos en este estudio es que estos pacientes tomaban menos verduras y frutas y que tenían menos adherencia a la dieta mediterránea. Estas diferencias se observaron hasta los 50-60 años, a partir de esa edad se igualan los hábitos dietéticos e incluso las personas con psoriasis comían mejor que los controles. Suponemos que ocurre esto porque a esa edad ya han tomando conciencia de la importancia de tener unos hábitos saludables”.
Por la aparición de estos y otros problemas, algunos pacientes solicitan una incapacidad laboral permanente. Pero ¿estaría justificada en esta enfermedad? Esto es lo que analizó Miquel Ribera en una ponencia el pasado día 19. “Si sólo hay afectación cutánea, con los nuevos tratamientos altamente eficaces, es poco probable que esta enfermedad sea causa de incapacidad laboral permanente ya que el paciente puede estar sin lesiones cutáneas mientras sigue el tratamiento, lo que no le impedirá realizar cualquier trabajo. Si hay artritis psoriásica con daño articular, es diferente. Para la sociedad, ¿no es más lógico invertir en un tratamiento biológico que permita que el paciente esté libre de psoriasis, tenga una buena calidad de vida y siga trabajando que concederle una incapacidad permanente? ¿No es mejor que la sociedad gaste dinero en tratamientos que en pensiones de incapacidad?”.
Este especialista recomienda que cuando un paciente solicite un informe a su dermatólogo que éste sea lo más objetivo posible. “Como médicos tenemos la responsabilidad de dar un tratamiento eficaz que permita al paciente llevar una vida normal y conseguir una total integración social y laboral”, concluyó este especialista.
Otra prueba de la implicación de los dermatólogos en la detección de las comorbilidades fue la presentación que realizó el sábado el dermatólogo Álvaro González-Cantero, ‘La ecografía arterial femoral mejora la detección de aterosclerosis subclínica en pacientes con psoriasis’, en la que se demostró que la incorporación de la ecografía en la consulta dermatológica es útil para detectar la presencia de aterosclerosis femoral. Esta presentación fue, de hecho, la ganadora del premio a la mejor comunicación.
En este 3 er Congreso de Psoriasis, al que asistieron más de 400 dermatólogos, se eligió a la nueva coordinadora del Grupo de Psoriasis, Isabel Belinchón, que sustituye a Gregorio Carretero en esta coordinación.
(Fuente: EADV – Academia Española de Dermatología y Venerología)
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