Junto con los buñuelos y la mona, las torrijas son uno de los dulces por excelencia de Semana Santa y Cuaresma. Pero, ¿sabías que nacieron como una costumbre muy alejada de la celebración de la Semana Santa?
En un principio, por el año 1600, estos dulces elaborados a base de pan duro, huevos, azúcar, leche o vino se preparaban para aliviar a las parturientas al dar a luz y favorecer su recuperación en el post-parto. Originalmente, las torrijas se preparaban con rebanadas de pan de pequeño tamaño, y se servían acompañadas de una copita de vino.
Teniendo en cuenta su origen, ¿cómo es que se han convertido en uno de los dulces más típicos de esta época? No se sabe a ciencia cierta como las torrijas se han instaurado como postre típico en estas fechas, pero lo cierto es que al ser un alimento saciante y calórico que aportaba energía, comenzaron a incluirse en la Cuaresma para compensar los períodos de abstinencia de algunos alimentos.
Así pues, antiguamente las torrijas se asociaban a tiempos difíciles y de estrecheces económicas, en las que disponer de un alimento barato y asequible como los restos del pan permitían poder comer algún dulce de vez en cuando, gastando muy poco. De hecho, para preparar torrijas, lo ideal es que el pan sea algo duro, de dos o tres días.
Ahora bien, no sólo en España se consumen torrijas, otros países de Europa tienen también su propia versión de torrija tradicional. En Francia llaman a su versión el pain perdu, o sea, el pan perdido. En Gran Bretaña y Alemania las denominan algo parecido, poor knights, etc.
Sin duda, las torrijas son un dulce muy antiguo y tradicional con tantas versiones como lugares donde se prepara. Ahora que es tiempo de torrijas, ¡animaros a prepararlas como más os gusten! Nosotros os proponemos esta receta.
(Fuente: Pan y Pizza)
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