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Nueve alternativas a la harina de trigo

Kamut, espelta, centeno, arroz, alforfón, tapioca y muchas más: si tenemos todas estas harinas al alcance de nuestra mano, ¿por qué limitarnos a consumir siempre la misma?

Si cuando te hablan de harina piensas automáticamente en la de trigo, te estás perdiendo todo un mundo de sabores, texturas y preparaciones. Ya que la tomamos en forma de pasta, bizcochos o galletas, la usamos para rebozar y espesar y es uno de los pilares de la alimentación de medio mundo, ¿por qué limitarse a consumir una sola variedad, habiendo tantas?

A continuación os contaremos algunas cosas sobre 9 alternativas a la harina de trigo: algunas son aptas para celíacos, otras panificables y otras perfectas para conseguir un rebozado perfecto, entre muchas otras cosas. También hay sugerencias de recetas para empezar a usarlas si te ves un poco perdido: una vez descubras el pao de queijo, las arepas o la fainá tendrás siempre un rinconcito en la alacena para ellas.

Maíz

Más que de «harina de maíz» deberíamos hablar de «harinas«, porque con este cereal –sin gluten– se elaboran diferentes versiones. La más conocida aquí es la de fécula de maíz, también conocida como maicena, con la que se puede hacer pan, pastelería, bechamel, espesar salsas –no deja sabor a harina cruda, como la de trigo– o conseguir que el yogur no se desestabilice cuando lo calentamos. Para conseguir una consistencia similar a la de las masas con gluten, en algunas preparaciones se mezcla con goma xantana.

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En España tenemos una gran variedad de panes con muy diversas características sensoriales asociadas tanto a su composición como a su proceso de elaboración. Alta o baja hidratación, harinas de diferentes cereales, panes con largas fermentaciones, panes bregados, panes con masas madres de cultivo, panes con diferentes formas, tamaños, formatos, etcétera. incluso panes que tienen un reconocimiento de calidad europeo con Indicación Geográfica Protegida (Igp) como el pan de Cea, Alfacar, Pan de Cruz, y el pan Pagés.

Cuando hablamos de calidad buena o mala en el pan, siempre hay que tener en cuenta varios aspectos concretos, por un lado, diferenciar entre la calidad intrínseca o propia del producto y que se relaciona con las materias primas y el proceso de elaboración; y por otro lado, la denominada calidad extrínseca o las expectativas del cliente.

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El 13 de abril, dentro de dos meses, entra en vigor el reglamento europeo para la reducción de la acrilamida publicado a finales de noviembre de 2017. La acrilamida es una sustancia química que se genera de forma natural durante la transformación de varios tipos de alimentos al ser fritos, asados o cocidos a altas temperaturas. Esto afecta directamente a los productos de panadería ya que el horneado es el paso final y fundamental para obtener un producto de comestible. Pequeños obradores y todo tipo de empresas panificadoras están pendientes de la aplicación del reglamento y de la guía que se está negociando en las últimas semanas en Bruselas entre la Comisión y la confederación europea de panadería y pastelería (Cebp).

“Se está elaborando un documento de guía para el cumplimiento del reglamento que es el que estamos ahora mismo intentando que sea lo menos gravoso posible para la pequeñas y medianas empresas” ha explicado a P&P José María Fernández del Vallado, secretario general de la CEBP.

Guía para la reducción de la acrilamida en productos panaderos Leer más