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Llega el verano: Tiempo de fartons y horchata!

Llega el verano: Tiempo de fartons y horchata!

Con la llegada del verano y el calor, seguramente piensas en la horchata y el fartón. Son una combinación tradicional y tomamos el bizcocho empapándolo en la bebida. Por su forma alargada puedes llegar hasta el fondo del vaso.

¿Qué es la horchata de chufa?

La horchata es una bebida de chufa de sabor único, naturalmente dulce y aspecto lechoso. Se elabora a partir de la chufa, un tubérculo que dentro de España se cosecha mayoritariamente en Valencia. Es ovalado, de color castaño por fuera y blanco por dentro.

Se prepara tradicionalmente remojando por 6 a 12 horas los tubérculos, bien lavados y normalmente añadiéndoles hipoclorito de uso alimentario. Posteriormente se licuan con agua. Se les puede añadir un edulcorante (azúcar, panela, sirope de dátil, etc) pero no es imprescindible ya que la chufa por si misma es dulce. Luego se pasa el líquido por el tamiz y se refrigera.

En España hasta hace unos años solamente se tomaba en verano y acompañada del fartón.

Qué es el fartón?

Has de saber que es originario del municipio de Alboraya en Valencia, su nombre deriva de la palabra fartó. Es un bizcocho elaborado básicamente con harina de trigo, azúcar, huevos y aceite vegetal.

El fartón (castellanización de la palabra valenciana fartó) es un dulce típico del municipio valenciano de Alboraya (España) que es un tipo de bollo alargado blando, dulce y absorbente que se moja en horchata,1​ una bebida refrescante obtenida a partir de una planta denominada chufa. En los años 60, la familia Polo elaboró un bollo especial, alargado, dulce y tierno. Además, al ser esponjoso era perfecto para absorber la horchata sin problemas y su forma alargada permitía introducir el bollo hasta el fondo del vaso. (fuente: Wikipedia).

Dependiendo de los ingredientes y del proceso de elaboración, puedes encontrar el bizcocho tradicional, esponjoso, suave y alargado. También existe la variedad hojaldrada, que cambia de textura. En este caso, en lugar de aceite vegetal se utiliza grasa animal, por lo que su contenido calórico aumenta.

La variedad esponjosa contiene 374 calorías por 100 gramos, frente a la hojaldrada que contiene 464. Además del contenido de grasa y azúcar de la masa, se añade este último ingrediente después del horneado, espolvoreándolo sobre el bizcocho.

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Cómo identificar el buen y el mal pan desde un punto de vista sensorial

En España tenemos una gran variedad de panes con muy diversas características sensoriales asociadas tanto a su composición como a su proceso de elaboración. Alta o baja hidratación, harinas de diferentes cereales, panes con largas fermentaciones, panes bregados, panes con masas madres de cultivo, panes con diferentes formas, tamaños, formatos, etcétera. incluso panes que tienen un reconocimiento de calidad europeo con Indicación Geográfica Protegida (Igp) como el pan de Cea, Alfacar, Pan de Cruz, y el pan Pagés.

Cuando hablamos de calidad buena o mala en el pan, siempre hay que tener en cuenta varios aspectos concretos, por un lado, diferenciar entre la calidad intrínseca o propia del producto y que se relaciona con las materias primas y el proceso de elaboración; y por otro lado, la denominada calidad extrínseca o las expectativas del cliente.

Me gusta-no me gusta

Indicación Geográfica Protegida Además, también, habrá que tener en cuenta un factor muy importante, la calidad hedónica (me gusta-no me gusta) del pan, y que es complicada de definir en cuanto a que puede verse enormemente influenciada por los gustos personales, la cultura, la sociedad y los diferentes estilos de vida.

Los expertos en análisis sensorial podemos dar pautas de parámetros de calidad, valorar si un pan es bueno, regular o malo, aunque la decisión final de compra siempre la tiene el consumidor y sus expectativas ante el producto.

El cliente decide, pero como expertos podemos asesorar y ayudar a definir que propiedades sensoriales se buscan en un pan de buena calidad y que lo hacen diferenciable de otro de calidad no tan buena.

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El secreto del pan elaborado a partir de masa madre de cultivo

El secreto del pan elaborado a partir de masa madre de cultivo

El pan es un alimento que ocupa la base de la pirámide alimentaria y forma parte de la dieta tradicional en Europa, Medio Oriente, India, América y Oceanía. Se elabora fundamentalmente con harina de cereales, sal y agua; siendo el trigo el cereal más utilizado para su elaboración. Los métodos de elaboración del pan han ido cambiando a lo largo de la historia. Ya en tiempo de los antiguos egipcios, mucho antes de que se utilizase levadura comercial para su fermentación, la elaboración del pan se llevaba a cabo mediante las denominadas Masas Madre de Cultivo (MMC), una mezcla de harina y agua fermentada por bacterias ácido lácticas (BAL) y levaduras salvajes (presentes de manera natural en la harina) resultando en varios procesos bioquímicos como acidificación, proteolisis, síntesis de enzimas, síntesis de compuestos antifúngicos, así como exopolisacáridos entre otros. Dichos procesos, bacterianos y enzimáticos, mejoran positivamente los valores sensoriales, nutricionales y las cualidades físicas de los productos de panadería.

¿Cuál es el papel de la MMC durante la elaboración del pan?

El tipo de MMC (formulación) juega un papel fundamental en el amasado, el reposo en bloque y en la fermentación.

El secreto del pan elaborado a partir de masa madre de cultivo

Dependiendo del tipo de harina, agua, así como de bacterias ácido lácticas y levaduras presentes en la masa madre de cultivo, el pan resultante tendrá unas características sensoriales y nutricionales diferentes propias de la MMC empleada para su elaboración.

El primer proceso que tiene lugar es la actividad enzimática. Las enzimas procedentes de los cereales llevan a cabo la degradación del almidón (actividad amilasa) dando lugar a azúcares fermentables tales como maltosa, glucosa y fructosa que pueden ser consumidos por las bacterias ácido lácticas durante el proceso de fermentación.

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Basándose en el estudio «Healthy Lifestyle in Europe by Nutrition in Adolescence» (Helena) y en otras fuentes de documentación nutricional y científica la plataforma «Pan cada día» recuerda que el consumo de pan es positivo para quienes realizan cualquier tipo de práctica deportiva. «Los hidratos de carbono son una fuente esencial de nutrientes y proporcionan la energía que necesita nuestro cuerpo para su funcionamiento. Según los expertos, entre el 50% y el 60% de las calorías que ingerimos diariamente deben provenir de ellos y para ayudar a completar esta cantidad sería recomendable tomar de 4 a 6 raciones de cereales al día. En el caso de la gente que practica ejercicio, su consumo cobra mayor importancia ya que las necesidades nutricionales aumentan debido al mayor gasto calórico» indican.

Y ponen de manifiesto que «el pan contribuye a obtener los nutrientes necesarios en una dieta equilibrada. Concretamente proporciona una cantidad importante de fibra, diversas vitaminas (tiamina, riboflavina, niacina, piridoxina, ácido fólico) y minerales (selenio, calcio, hierro, yodo, magnesio, zinc). Actualmente ocupa un lugar simbólico dentro de las cinco comidas diarias como es el caso del desayuno, siendo uno de los alimentos principales que lo componen en los hogares españoles. Sólo un 7,4% de la población adulta consume las 6 raciones diarias de hidratos de carbono recomendadas».

En concreto, del estudio «Helena» se destaca que «el consumo de pan está asociado a una mayor capacidad cardio-respiratoria y ayuda a mejorar el rendimiento deportivo y en función del entrenamiento, es aconsejable variar el tipo de pan. Las variedades blancas, gracias a su índice glucémico más alto, son buenas tanto antes como después del ejercicio. Y las integrales, al tener un índice glucémico más bajo son adecuadas durante el entrenamiento.

Cuando se realiza ejercicio físico, hacen hincapié en «Pan cada día», «el cuerpo tiende a necesitar un aporte de energía extra utilizando el índice glucógeno almacenado en los músculos. Por ello, una de las principales recomendaciones es ingerir una cantidad elevada de hidratos de carbono que permita al cuerpo disponer de reservas musculares y evite la aparición de síntomas como la fatiga.»

(Fuente: Pan y Pizza)