El pan de maíz, elaborado con harina del mismo cereal, es una excelente opción para todos por su sabor y por su contenido en yodo, que entre sus múltiples beneficios ayuda a regular el colesterol. También es una alternativa muy recomendable para los celiacos, ya que la harina de maíz no contiene gluten, o para aquellos que simplemente quieran probar algo diferente.
A pesar de ser mundialmente conocido, muchos no saben que este pan proviene del continente americano, de donde es originario este cereal. El maíz era un alimento básico de las tribus nativas americanas de la zona sur de los Estados Unidos y de América central, por lo que cuando los colonos estadounidenses llegaron, adoptaron el uso de la harina de maíz, dando como resultado este pan.
El pan de maíz experimentó un gran auge en la Guerra Civil estadounidense al ser un alimento económico y relativamente fácil de hacer. Conforme traspasaba fronteras, este tipo de pan ha ido adaptando su forma según la cultura de cada país, dando lugar a recetas que recuerdan más a un pastel y a otras que se asemejan más a lo que es un pan tal y como concebimos este alimento.
Sin embargo, por lo general es fácil identificarlo por su tonalidad amarillenta, de color yema de huevo, una textura esponjosa, un aroma pronunciado, ligeramente ácido, y una corteza crujiente que hace que invita a hincarle el diente.
Esta variedad es muy versátil, pues su sabor, ligeramente dulce, permite comerlo sin necesidad de acompañarlo de otros alimentos. No obstante, combina muy bien con sabores fuertes como los de los patés, los quesos azules, el foie o los ahumados y más dulces, como los de las mermeladas, las confituras o el membrillo.
(Fuente: Pan cada día)