El paro continúa siendo, sin ningún género de duda, el problema que más preocupa a los españoles, así lo refleja el barómetro del CIS. Aunque ha habido una evidente reducción de la tasa de desempleo, los puestos de trabajo que se generan no son de calidad, siendo la precariedad laboral una losa que sigue pesando sobre los ciudadanos, azotando además, de forma especialmente acusada a las generaciones más jóvenes, que paradójicamente son el futuro de un país. Este hecho, directamente vinculado además a la estacionalidad, relega a España al grupo de cola de la calidad laboral en la Eurozona.
La generación de empleo es sin duda uno de los indicadores que mejor expresa el positivo impacto del sector en su entorno y la dinamización de la economía. Un caso muy claro de la contribución a la creación de riqueza a través del empuje del empleo lo constituye la Industria química, que en 2017 experimentó un crecimiento de su empleo directo del 7,8%, el triple que la tasa anual de creación de empleo de España en su conjunto y que muestra el fuerte repunte de un sector competitivo.