Si hiciéramos una encuesta a los niños acerca de cuál es su estación del año preferida seguramente el verano ganaría por goleada.
Los días son más largos, hace más calor, no tienen colegio, ven a sus amigos, bajan a la piscina, salen a navegar, van a la playa, están mucho tiempo fuera de casa…
No obstante, la piel es uno de los órganos que más sufre en verano precisamente por factores ligados a estos alicientes. La radiación solar, el salitre del mar, el cloro de las piscinas, el sudor… pueden causar problemas dermatológicos y agravar patologías ya existentes.
Aquí van unos consejos para que eso no suceda:
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