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Cuidados de la piel infantil en verano

Cuidados de la piel infantil en verano

Si hiciéramos una encuesta a los niños acerca de cuál es su estación del año preferida seguramente el verano ganaría por goleada.

Los días son más largos, hace más calor, no tienen colegio, ven a sus amigos, bajan a la piscina, salen a navegar, van a la playa, están mucho tiempo fuera de casa…

No obstante, la piel es uno de los órganos que más sufre en verano precisamente por factores ligados a estos alicientes. La radiación solar, el salitre del mar, el cloro de las piscinas, el sudor… pueden causar problemas dermatológicos y agravar patologías ya existentes.

Aquí van unos consejos para que eso no suceda:

Dermatitis atópica en verano

El aumento de las temperaturas, menor número de procesos febriles, viajar a zonas costeras más húmedas… todo ello suele repercutir en una mejoría de los pequeños con dermatitis atópica. Sin embargo, no todos los factores ligados al verano son igualmente benignos para la piel de los niños con dermatitis atópica.

Por ejemplo, el cloro de las piscinas puede agravar el eccema y la higiene cotidiana en zonas vacacionales con aguas muy calcáreas o que tienen una gran concentración de magnesio multiplica la irritación de este tipo de epidermis.

No obstante, no es posible ni tampoco deseable privar a los pequeños de las jornadas de diversión en la piscina y desde luego no es posible modificar la composición del agua corriente de los destinos de vacaciones.

Por ese motivo, conviene hacer una visita al dermatólogo antes de iniciarlas para que el profesional evalúe el estado del niño y ayude a trazar un plan personalizado para que el pequeño disfrute del verano sin sufrir a causa de su piel.

Asimismo, puede recomendar cremas con efecto pantalla que aíslan bastante bien la piel del agua clorada y acortar la duración de los baños. Asimismo, enjuagar la piel con agua dulce después de cada baño puede ayudar a reducir los brotes.

En estos meses de verano, es importante no descuidar las rutinas del cuidado diario de la piel de los niños con dermatitis atópica y (salvo que el dermatólogo indique lo contrario) mantenerlas incluso aunque la familia vaya a lugares en los que mejora el curso de la dermatitis.

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Señalados por tener ‘mala piel’: ¿una nueva forma de clasismo?

Señalados por tener ‘mala piel’: ¿una nueva forma de clasismo?

«La piel perfecta es el deseo más universal sobre el cuerpo», aseguraba el zoólogo y divulgador científico Desmond Morris en El mono desnudo (1967), uno de los ensayos más importantes sobre la evolución del comportamiento humano. Morris explicaba entonces que la importancia de «la buena piel» reside en su función, como una suerte de soporte publicitario sobre el que los seres humanos anuncian salud, bienestar y fertilidad. Hasta hace poco, las redes sociales de los guapos, ricos y famosos eran una sucesión de luminosos con este mensaje, interrumpida —eso sí— por el esperanzador despertar de un movimiento, con Justin Bieber, Kylie Jenner o Lorde en sus filas, que no se corta al mostrar a sus millones de seguidores granos, eccemas o sarpullidos. No son mayoría.

Señalados por tener ‘mala piel’: ¿una nueva forma de clasismo?

La membrana más superficial del organismo protege el interior, pero su aspecto trasciende a lo orgánico repercutiendo en el ámbito social de los individuos. Y si el clasismo es una actitud que discrimina por clases, el pielismo lo hace por el aspecto de la piel. Un ejemplo conocido es el de la percepción de la lepra, una enfermedad cutánea muy poco contagiosa, cuya asociación a lo vergonzante aparece ya en textos sagrados del judaísmo, el cristianismo y el hinduismo. Pero, a pesar de la antigüedad de las fuentes que constatan su existencia, estarán en un error quienes piensen que el ostracismo hacia estos enfermos desapareció con el paso del medievo a la Edad Moderna.

Monica Green, investigadora experta en historia de la salud de la Universidad de Arizona (EE UU), sostiene en Dermatology Times que las mayores acciones de rechazo social tuvieron lugar en occidente, ya bien entrado el siglo XX, con el confinamiento de miles de pacientes a las llamadas «islas de leprosos» en Grecia, Chile, Argentina, Filipinas o Hawái. Testimonios de los supervivientes relatan que no se les permitió despedirse de su familia ni mantener con ellos ningún tipo de contacto, ni tan siquiera postal. Casos de estigmatización y aislamiento que los expertos en salud pública temieron que se volviesen a repetir durante los primeros años del VIH, cuyo primer síntoma y elemento discriminatorio principal lo conformaban las lesiones del sarcoma de Kaposi, unas agresivas manchas negras que avanzaban imparables sobre todo el cuerpo.

Son dos apuntes de la historia reciente sobre cómo la enfermedad cutánea puede despertar actitudes miserables en la sociedad. Y los medios de comunicación, a veces, reman a favor. Un estudio de 2016 publicado en JAMA, con el título La cara del mal, constató que seis de los diez villanos más populares del cine en EE UU, entre otros, Freddy Krueger o Darth Vader, lidian con problemas dermatológicos como alopecia (el 30%); hiperpigmentación (30%); arrugas profundas en la cara (20%); múltiples cicatrices faciales (20%); verrugas (10%) o rhinophyma (10%), el enrojecimiento y espesor anómalos de la piel alrededor de la nariz.

EL NEGOCIO DE LAS PIELES BLANCAS

Más allá de las condiciones clínicas, hay una tendencia dermatológica que apuntala el clasismo imperante en la obsesión por el cutis perfecto: que sea cuanto más blanco, mejor. El bleaching, cosmética destinada a aclarar la piel, es hoy un negocio multimillonario en todo el mundo, aunque en muchos países florezca en el mercado ilegal por los riesgos asociados al uso de componentes como la hidroquinona (puede producir irritaciones, eritemas…) o el mercurio, cuya toxicidad siempre ha estado en entredicho. En el continente americano, su auge en las comunidades afroamericanas, asiáticas y latinas se circunscribe a mujeres adolescentes, según sostiene un estudio de la Universidad de Southern Misisipi del Sur, en Estados Unidos, en el que se afirma que, a pesar de que la mayor parte de las usuarias conocen los peligros de aplicarse estos productos en casa, se sienten forzadas a utilizarlos por aceptación social. Los blanqueadores tienen también especial arraigo en Asia, donde la identificación de la piel blanca con la belleza ha llevado a que un 50% de las féminas de Taiwán, Hong Kong, Corea del Sur y Filipinas los usen con frecuencia, según alumbra otra investigación del Ateneo de Zamboanga (Filipinas).

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