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¿Cómo se conserva mejor la harina?

Se puede afirmar que, como el grano de cereal o el propio pan, la harina, el polvo fino que se obtiene del cereal molido, también tiene vida. Conservarla en condiciones óptimas tiene sus peculiaridades. Desde P&P hemos dirigido las dudas más frecuentes relacionadas con la conservación de la harina, incluida su posible congelación, a los expertos: las harineras. La temperatura, la humedad y la luz son factores que contribuyen a la degradación de un ingrediente básico en panadería que también tiene sus riesgos.

“La reglamentación técnico sanitaria de la harina dice: “Conservar en un lugar fresco, seco y aislado del suelo”. Se puede describir lugar seco como un sitio con una humedad relativa inferior al 80%, y un lugar fresco no puede superar los 20 ºC (mejor si es <18 ºC para que la calidad de la harina no disminuya)” indica Felip Coletas, gerente de Farinera Albareda.

¿Cómo se conserva mejor la harina?

“Los principales problemas que nos podemos encontrar para conservar la harina en buenas condiciones son el enranciamiento y la insectación” destaca Albert Martínez, responsable de calidad de Fills de Moretó quien continúa explicando que “la harina blanca tiene aproximadamente un 1,5 % de grasa, cantidad que aumenta en las harinas integrales debido a la presencia del germen. Durante el almacenamiento, al contacto con el aire, se produce una oxidación de la grasa. En estos casos, a nivel doméstico, la conservación en un recipiente hermético sería recomendable, ya que evitamos que la harina absorba humedad, evitamos el contacto con el aire y también impedimos que absorba olores (la harina posee una gran capacidad para absorber olores).

La insectación de la harina es otro de los problemas habituales durante el almacenamiento. Si bien, la gran mayoría de las fábricas de harinas poseen en sus instalaciones “esterilizadoras” de impacto (también conocidas como ‘entoleter’). Estas máquinas están diseñadas para destruir mecánicamente los insectos y huevos que pudiera haber en la harina. Pero su efectividad es del orden del 99,5 %.

El insecto que más prolifera durante al almacenamiento prolongado de la harina es el ‘Tribolium Castaneum’. A una temperatura de 30 ºC tiene un ciclo de vida de 30 días aproximadamente; a temperaturas de 20 ºC el ciclo de vida es de unos 3 meses y medio. Cuanto más alta es la temperatura más se reduce el ciclo de vida. Igualmente necesitan de un mínimo de humedad para reproducirse; por lo tanto las humedades elevadas también favorecen la proliferación de insectos. A temperaturas inferiores a 18 ºC difícilmente proliferan.

Otro insecto muy común es el ‘Tribolium Molitor’. Pasa por las mismas fases que el anterior, si bien su ciclo de vida es superior. Pero las condiciones de desarrollo en función de temperatura y humedad siguen las mismas pautas que con el ‘Tribolium Castaneum’.

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La reducción de carbohidratos no adelgaza

«Investigaciones demuestran que la reducción del consumo de hidratos de carbono no es efectivo para perder peso», afirma Manuel Gómez Pallarés, catedrático de la Universidad de Valladolid.

Ingerir una mayor proporción de carbohidratos en dietas sin restricciones no aumenta los niveles de obesidad. Según el estudio «Does high-carbohydrate intake lead to increased risk obesity?» publicado en la revista BJM Open.

El objetivo del estudio era investigar dos corrientes. La primera trataba de asociar las dietas altas y bajas en carbohidratos con la obesidad. Una segunda corriente consistía en comprobar la relación que hay entre la ingesta de este nutriente con el aumento de peso. Para ello, investigadores de Sudáfrica han identificado 22 artículos publicados desde enero de 1990 hasta diciembre de 2016 en los que se demostraba que las cantidades de carbohidratos ingeridas en las comidas apenas tienen relación con el riesgo de padecer obesidad.

Por otro lado, el estudio llevado a cabo por la DIEFTS (Diet Intervention Examining the Factors interacting wit Treatment Success) revela que no hay un cambio significativo en el peso en función de la ingesta de carbohidratos. Durante el ensayo clínico un total de 609 adultos con sobrepeso siguieron dietas bajas en calorías, unas basadas en la reducción de grasas y otras en la reducción de la ingesta de hidratos de carbono, durante un año y no se hallaron diferencias entre ambos grupos. Por tanto, en el contexto de estos dos enfoques no se pudo identificar qué dieta era la más adecuada para cada individuo en la pérdida de peso, y tampoco se identificaron grupos de personas concretos a los que un tipo de dieta les funcionara mejor que a otros.

En este sentido, el catedrático del área de tecnología de alimentos de la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias de la Universidad de Valladolid, Manuel Gómez Pallarés afirma que “las investigaciones realizadas hasta la fecha no han conseguido demostrar que la reducción del porcentaje de energía que consumimos en forma de hidratos de carbono sea una herramienta efectiva para la pérdida de peso. En general los investigadores coinciden en que para reducir peso se debe reducir la ingesta calórica, y a ser posible incrementar el gasto de calorías, pero manteniendo la distribución de calorías que se recomienda para las dietas normales, donde los hidratos de carbono deben suponer entre un 50 y 60 % de la ingesta calórica. Lo que también parece claro es que el porcentaje de los hidratos de carbono que ingerimos en forma de productos integrales debe incrementarse. Los productos integrales son más completos nutricionalmente y pueden ayudar a incrementar la saciedad, aspecto importante en las dietas de adelgazamiento”.

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El gluten ya no es un motivo para prescindir del pan
  • Con motivo del Día Nacional de la Celiaquía el 27 de mayo, se recuerda que existen alternativas que permiten seguir comiendo pan a personas intolerantes al gluten
  • Las harinas de cereales como el teff, el sorgo o el trigo sarraceno son algunas de las opciones para conseguir panes sin gluten con sabores muy interesantes

El próximo 27 de mayo es el Día Nacional de la Celiaquía, una enfermedad que en España afecta a alrededor de 450.000 personas y que prevalece en un 1% de los europeos. Sin embargo, se estima que en torno al 75% de los celíacos aún no ha sido diagnosticado debido a factores como la dificultad en su detección o el desconocimiento de la enfermedad.

Tanto es así, que en una encuesta realizada por Pan Cada Día se revela que un 50% no sabe que el gluten es una proteína y un 29,4% cree que es perjudicial para la salud. Actualmente, existe una corriente “antigluten” que fomenta, no solo la reducción del consumo de gluten, sino también su exclusión de la dieta diaria. Se estima que una cantidad 10 veces mayor al número de personas celíacas restringe el gluten de sus dietas sin haber sido diagnosticadas como intolerantes al gluten. Prescindir de esta proteína sin un diagnóstico realizado por un facultativo puede tener como consecuencia la aparición alteraciones nutricionales que derivarían en otras enfermedades como la diabetes tipo 2.

El gluten ya no es un motivo para prescindir del pan

Alternativas para celiacos: harinas sin gluten

Así como el gluten no debe ser excluido de la dieta sin diagnosticarse una intolerancia,  el pan tampoco tiene por qué desaparecer de la alimentación diaria de las personas con celiaquía. Existen diversas opciones en panificación que tienen que ver con el uso de harinas a base de cereales sin gluten y que aporten grandes beneficios para la salud. Además de las más comunes, como las harinas de almidón de maíz o arroz, en la actualidad empiezan a abrirse paso las elaboraciones con otros cereales como el teff, el sorgo, el sorgo o el trigo sarraceno.

La harina de teff destaca, además de por su ausencia de gluten, por su alto contenido en fibra, que ayuda a controlar los niveles de glucosa en sangre, y por los hidratos de absorción lenta que aporta.

Otra opción son las elaboraciones con harina de sorgo. Este cereal, de fácil digestión, es también rico en antioxidantes, vitaminas y proteínas, así como en sodio, potasio, hierro, magnesio o zinc, lo que hace que sea beneficioso para el corazón y para la salud de los huesos.

Por último, otra alternativa a destacar son las harinas de trigo sarraceno, considerado un pseudocereal. Estas suponen un beneficio para la salud cardiovascular, del sistema nervioso y del inmunológico debido a su contenido en fibra e hidratos de carbono complejos, así como su contenido en potasio, magnesio o fósforo.

(Fuente: Pan Cada Día)