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La quimiofobia, la “absurda moda” que indigna a los científicos

La quimiofobia, la “absurda moda” que indigna a los científicos

Sin conservantes. Sin aromas artificiales. Sin colorantes artificiales. Ningún bífidus es más natural”. Esta colección de “sines” que acompaña a unos yogures es una de las últimas contribuciones a la quimiofobia que ha indignado a los científicos. Fue hace unos días, a la farmacéutica Gemma del Caño, que mandó un mensaje a la industria desde su blog: “Me dais vergüenza compañeros”, decía, y se preguntaba “en qué momento” había derivado la publicidad al “absurdo fomento del terror hacia los aditivos”.

Otro conocido químico, José Manuel López Nicolás, escribía recientemente una carta abierta desde su blog al cocinero Alberto Chicote tras el anuncio que protagonizó en TV de una cerveza hecha “sólo con ingredientes naturales”. “Sin sulfitos, ni aditivos, ni conservantes, ni ingredientes modificados genéticamente”.  El científico apuntaba a que la idea que queda tras el anuncio es que esos compuestos influyen negativamente en la cerveza o que pueden resultar perjudiciales para la salud. “Un disparate sin rigor científico”, aseguraba, lamentando que el cocinero se haya “dejado arrastrar por la absurda moda que muchos llaman quimiofobia”.

La quimiofobia, la “absurda moda” que indigna a los científicos

Esta “absurda moda” de la quimiofobia es un prejuicio, manía o miedo irracional a los productos químicos que la industria ha aprovechado para ganar clientes. “Los champús sin parabenos, los jamones sin fosfatos o los vinos sin sulfitos… Nos venden productos que prometen ser más naturales pero ningún estudio lo ha demostrado de forma concluyente, al contrario, en algunos casos la industria puede encontrar dificultades para sustituir ese ingrediente y el resultado es aún peor”, afirma Fernando Gomollón Bel, químico y comunicador científico.

Del Caño se incluye en la responsabilidad del fenómeno: “Creo firmemente que nosotros (yo trabajo en la Industria) hemos generado esa quimiofobia aprovechando que la población comenzaba a preguntarse qué eran esas E- [conservantes y otros aditivos], vimos tirón… y negocio. El consumidor tiene que saber que es un miedo que le hemos metido en su cabeza cuando en realidad no existe ningún riesgo”.

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